La casa del jefe: un papel clave en la administración del pueblo
El Jitūdē, a veces traducido como «señor del feudo» o «jefe local», era la autoridad municipal de un pueblo en Okinawa entre los siglos XVII y XIX. Su papel iba mucho más allá del de un simple representante. Administraba la distribución de las tierras agrícolas, supervisaba la protección de los bosques y los arrozales, recaudaba impuestos y velaba por el orden administrativo de la comunidad. Heredado de la época del Reino de Ryūkyū, este cargo situaba al Jitūdē en el centro de la vida social y política de cada pueblo. Su casa, más grande y estructurada que las de los habitantes comunes, simbolizaba tanto su estatus como sus responsabilidades.


Una arquitectura típicamente okinawense
La casa de un Jitūdē, hoy reconstruida en el Native Okinawa Village, ilustra el estilo tradicional de las residencias de los notables locales. Orientada hacia el sureste, se compone de varias habitaciones alineadas según un plano preciso. En su interior se encontraban la sala de honor llamada Ichiban-za, la habitación budista Niban-za y un espacio residencial conocido como Sanban-za. En la parte trasera había cuartos destinados a las mujeres, así como una sala de maternidad equipada con un fogón. Todo el conjunto estaba rodeado por muros de piedra y era accesible a través de una gran puerta llamada Yajō, decorada con tejas rojas típicas del paisaje de Okinawa.


Un espacio social y espiritual
Esta residencia no era solo un lugar de vivienda. También servía como centro administrativo y en ocasiones recibía a visitantes de paso. Junto a la casa principal se encontraba a menudo un anexo llamado Ashagi o “casa delantera”. Se utilizaba para rituales comunitarios, reuniones colectivas o como espacio de recepción. La organización interior reflejaba tanto la jerarquía familiar como la importancia concedida a los ritos religiosos y a la hospitalidad en la sociedad de Ryūkyū.


Organización agraria y administrativa
El pueblo, llamado Magiri, era una unidad administrativa que reunía varias aldeas. El Jitūdē trabajaba con asistentes y funcionarios subalternos para gestionar la vida cotidiana. Algunos se encargaban de la distribución de las tierras (Jituchi), otros de la vigilancia de los bosques (Norokumoi). También había funcionarios que redistribuían los campos entre los campesinos, llamados Hyakushou, así como administradores de parcelas privadas, denominadas Shiakechi. Esta organización colectiva garantizaba una explotación sostenible de los recursos y reforzaba la autoridad del poder central sobre toda la isla.


La casa típica de Okinawa
Además de su función administrativa, estas residencias también son testigos del modo de vida local. A menudo incluían un Doma, una cocina con suelo de tierra apisonada y un espacio para almacenar leña. Algunas habitaciones se utilizaban para clasificar las cosechas, mientras que otras eran multifuncionales y servían tanto para reuniones familiares como para recibir visitantes. En el interior se encontraban pergaminos caligrafiados, mesas bajas, el sanshin, un instrumento musical de tres cuerdas, y cestas colgantes para conservar los alimentos.


Los jardines y el arte de vivir
El acceso a la casa se realizaba a través del portón monumental y luego por un muro de privacidad llamado Hinpun, diseñado para preservar la intimidad de los habitantes. Los jardines variaban según el estatus social. Para la mayoría de las familias eran simples y funcionales. En las casas de los notables adquirían una dimensión estética, adornadas con palmas de sagú, jardines de rocas, estanques secos y piedras talladas que recordaban los paisajes pintados de China. Dentro del recinto también había edificios anexos como pocilgas o corrales de cabras, indispensables para la vida cotidiana.
Las casas tradicionales de Okinawa: el estilo Nuchijiya
Dos formas de vivienda
En la arquitectura popular de Okinawa se distinguían dos grandes tipos de construcciones: las Anaya, chozas semienterradas y rudimentarias, y las Nuchijiya, verdaderas casas de madera cubiertas con tejas, habitadas por familias acomodadas o notables del pueblo. La casa del Jitūdē presentada en el Native Okinawa Village es un ejemplo emblemático de este estilo Nuchijiya.


Una estructura ingeniosa
La estructura se apoyaba en varios elementos esenciales. Un pilar anclado sobre una piedra de cimentación sostenía el conjunto, reforzado por una viga horizontal llamada Ashigatame. Las vigas transversales, llamadas Nuki, atravesaban y estabilizaban los postes. En la parte superior, una viga llamada Keta aseguraba la cohesión del conjunto. Todas estas piezas se mantenían unidas mediante técnicas tradicionales de ensamblaje en madera con espigas y mortajas, a veces reforzadas con clavijas de madera, sin recurrir a clavos metálicos.


Una adaptación al clima subtropical
Las casas Nuchijiya fueron diseñadas para resistir el clima subtropical de Okinawa. Amplios aleros sostenidos por pilares llamados Amahaji protegían contra las lluvias intensas y los fuertes vientos de los tifones. El piso elevado impedía que la humedad dañara las vigas y favorecía la circulación del aire, haciendo el interior más agradable durante los veranos cálidos y húmedos.
Una identidad arquitectónica fuerte
La combinación de techos de tejas rojas, pilares macizos y muros de madera daba a los pueblos de Okinawa una silueta inconfundible. Cada detalle respondía a una necesidad práctica y reflejaba una estética sobria y armoniosa heredada del Reino de Ryūkyū. Estas casas, aún visibles en algunos pueblos y preservadas o reconstruidas en el Native Okinawa Village, son testimonio de un saber ancestral que combina solidez y elegancia.


Una visita imprescindible al Native Okinawa Village
Explorar la casa del Jitūdē en el Native Okinawa Village es mucho más que admirar una reconstrucción arquitectónica. Es comprender la organización política y social del antiguo Reino de Ryūkyū, descubrir el modo de vida de los notables rurales y sentir la armonía entre tradiciones, naturaleza y espiritualidad. Situado en el corazón del Ocean Expo Park, este lugar permite viajar en el tiempo e imaginar la vida cotidiana de los habitantes de Okinawa hace siglos. Una parada ideal para complementar la visita al Acuario Churaumi, los jardines tropicales y otros tesoros culturales del parque.
Un video para prolongar el descubrimiento
Un video filmado en el Native Okinawa Village está disponible en mi canal de YouTube Japan Okinawa Daily Life. Permite descubrir en imágenes la casa del Jitūdē, su arquitectura tradicional y su papel en la organización de los pueblos de Okinawa. Un paseo visual perfecto para completar la lectura y sentir la atmósfera única de este lugar.
Haga clic para visitar «Native Okinawa Village» en video
Para leer y ver también: Ocean Expo Park
Para comprender mejor todo el sitio donde se encuentra el Native Okinawa Village, hay un artículo detallado sobre el Ocean Expo Park disponible en este blog. Presenta las diferentes zonas del parque, sus principales atracciones y muchos consejos prácticos. Un video dedicado también acompaña el artículo sobre el Ocean Expo Park, ofreciendo una visión animada de este parque cultural y natural imprescindible de Okinawa.
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Si te gusta la arquitectura japonesa tradicional, con sus techos curvados y paredes lacadas en rojo, te invito a descubrir mi artículo dedicado al encantador pueblo reconstruido de Murasaki Mura. Además de la visita, podrás participar en numerosos talleres artesanales y culturales, así como asistir a los festivales nocturnos que se organizan regularmente en el lugar.
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